Los grandes, los novatos, los profesionales, los amateurs, los sobrados, los humildes, los que se pican, los tranquis... todos nos caemos alguna vez.
Un piedra en el camino que puede doblarte el tobillo, un mosquito kamikaze que se te mete en el ojo, una descomposición de vientre, un tropiezo con una valla en la final olímpica de los 3000m obstáculos... Y aunque no te pase nada de esto, siempre puedes tener un mal día y que no te funcione la chorla. Que es otra forma de caerse. La más frecuente, además.
Así que ya lo sabes. Aunque a veces no te apetezca salir a correr, estés de mal humor, veas que no avanzas y te desesperes, lo importante es pensar que hay que levantarse.
Y seguir corriendo.
Siempre.
Un piedra en el camino que puede doblarte el tobillo, un mosquito kamikaze que se te mete en el ojo, una descomposición de vientre, un tropiezo con una valla en la final olímpica de los 3000m obstáculos... Y aunque no te pase nada de esto, siempre puedes tener un mal día y que no te funcione la chorla. Que es otra forma de caerse. La más frecuente, además.
Así que ya lo sabes. Aunque a veces no te apetezca salir a correr, estés de mal humor, veas que no avanzas y te desesperes, lo importante es pensar que hay que levantarse.
Y seguir corriendo.
Siempre.
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