Por Luisma.
El domingo 30 de septiembre los socios fundadores volvimos al triatlón con el I Triatlón Cross de La Puebla del Río, Puerta de Doñana. Fran se estrenaba en esta ocasión y lo hacía cerca de casa y Ricardo y yo volvíamos para pasarlo, al menos, tan bien como en el Castillo de las Guardas. Y la verdad es que el día fue especial. Hubo de todo.
Voy al grano porque no tengo mucho tiempo. El día amaneció con una niebla espesa. Cuando llegamos a la Puebla a las 8:30 a.m. aquello más que el Guadalquivir parecía el Támesis. ¡¿Pero cómo nos vamos a meter ahí para nadar?! Dos días antes, a causa de las lluvias del jueves, habían decidido cambiar el trazado de natación para convertirlo en una recta a favor de corriente, porque se esperaban fuertes corrientes para el domingo. Eso facilitaba la cosa, pero acojonaba un poco más. Pero bueno, tuvimos más de una hora para colocar todo el equipamiento en boxes, darnos unas vueltecillas, destemplar nervios, saludar a las mujeres (que estuvieron las tres ahí, aguantando el tipo, con mi enana incluída) antes de meternos en el agua a eso de las 10:10 de la mañana. No estaba nada fría, estaba incluso agradable, no causaba impresión. El susto nos lo dimos a los pocos minutos de entrar porque, con nuestra pachorra habitual, nos quedamos los últimos en la orilla y cuando aún nos faltaba como 50 metros para llegar a la línea de salida suena un grito y todo el mundo a nadar. ¡Esto qué es! Si yo casi daba pie todavía.... En fin.
Bueno, pasarela del pantalán caminando rápido y a correr a zona de boxes por la moqueta. ¡Qué bonito esos espectadores animando y gritándote sin parar! Un diez por la gente de La Puebla, se merecen tener pruebas de este nivel. Allí en boxes Ricardo está poniéndose las zapatillas de la bici, le digo "qué cabrón, me has adelantado en el agua" y le deseo suerte. Yo decido sentarme en el suelo. Paso de enrearme con las zapatillas, el casco... Me lo tomo con tranquilidad, (demasiada tranquilidad, huevón). De hecho Fran llega a la transición un poco después y casi termina antes que yo. Salimos juntos a recorrer el sector ciclista. La carrera empieza ahora.
Al principio Fran y yo comenzamos como otras veces. Tranquilos, charlando y en progresión. Una vez más, varios corredores nos adelantaron en los primeros kms. Lo tengo clarísimo: tengo que entrenar mucho más la bici y sobre todo acortar todo ese tiempo que tardo en entrar en calor. En cuanto que salimos del asfalto de La Puebla me veo un sobre de gel Infisport en el suelo y pienso "este es el del Richar". Así que me pillo mi gel y me lo tomo con un buchito de agua para empujar. Con este movimiento me separé un poco de Fran, pero me puse a meter piñones y a pedalear fuerte y en un minuto llego a su altura con facilidad (ahora lo pienso y creo que ése es el ritmo que debería llevar durante todo el tramo ciclista. No es suficiente ir medio rápido, tengo que ir a tope en la bici para alejarme de esos últimos puestos que suelo ocupar en la clasificación de este segmento). Ir con Fran me ayudó mucho. El coriano, que se conocía el recorrido, me iba diciendo todo el rato las adversidads del recorrido, la cuestas, las grietas, laz zonas peligrosas... También había muchos voluntarios, al menos uno por cada subida y bajada y en las zonas más chungas. Otro 10 a la organización.
Hasta llegar a las cuestas del Monte Gurugú siempre estuvimos entre 22 y 32 km/h. Cuando llegamos al monte, más o menos a mitad del recorrido, la cosa cambió claro. Había alguna cuestaca muy dura y además con las lluvias del dia anterior el terreno estaba inestable y había que ir con los cinco sentidos. Las bajadas no me parecieron especialmente peligrosas, pero había que tener mucho cuidado durante todo el rato.
En una de las últimas subidas, no la más dura, me patinó la rueda en la arena y tuve que echar el pie a tierra. Volví a la bici pronto y el pie encaló bien, pero me rompió totalmente el ritmo en plena subida y Fran se me escapó. Entre los dos iba un corredor también madurito, que se pegó a el Coria como una lapa. Los veia durante todo el tiempo, pero en ese terreno no era capaz de cogerlos. Mi sorpresa fue que cuando salimos del monte y enfilamos hacia el pueblo ya por caminos llanos tampoco podía acercarme. Hubo un momento que me puse a tope para llegar a su altura, pero apenas sobrepasaba los 30 kms/h, iba fundido. En una larguísima recta con viento en contra ya me di por vencido. Adelanté un par de veces a una chica que iba cuarta en la general. Y entré en la transición justo por delante de ella.
Buff, entrar en boxes y esuchar que los primeros ya iban entrando en meta desanimaba un poco. Pero bueno, aún quedaban un montón por detrás y había que da el callo en la carrera a pie, así que menos pensar y a ponerse en marcha.
Nada más comenzar a correr te metían en la trampa del recorrido los 200 metros de subida infernal por la calle Betis, de escaleras y enlosetado, que se continuaban otros 500 metros más por la calle larga. Yo ya conocía la calle y la había subido con fran varias semanas antes, pero es que eso estaba puesto ahí para matarte. Los 5 kms de carrera eran dos vueltas de 2500m con la mitad de subida y la mitad de bajada, pero con esos 200m que te mataban nada más empezar a subir. Como en el Castillo, fui bien, un ritmo constante, nada matador ni echándolo todo, el que tus propias patas te ponían, ahora mandan ellas, siempre lo digo. En todo caso pude apretar más, cada vez que nos cruzábamos con las chicas y con la enana, en vez de motivarme y apretar, bajaba un poco el ritmo para saludar y hablar. No es que no me sirvieran de motivación, es que me servían de excusa para descansar un poco. Me sale un ritmo medio total de 4'35"/km, aunque en la segunda vuelta fui un poco más rápido que en la primera.
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Por nuestra parte, un día redondo. Una prueba muy bonita, una mañana estupenda en la que volvimos a divertirnos probando el deporte de moda (aunque quiero seguri mejorando en ciclismo, por mi parte esto sigue siendo un divertimento, paso de los tiempos y de sufrimientos, eso lo sigo dejando para el running). Y luego un rato muy cachondo que pasamos allí en La Puebla unos pocos que nos quedamos a comer y a beber, claro, que hay que rehidratarse.
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