Ayer corríamos la Popular Distrito Sur, la del Parque, la última de las carreras del circuito del IMD, quizás la más bonita de todas por el entorno de la salida y meta. Ya sea por las lesiones, las ferias o porque estamos ya con la cabeza en fin de temporada, a esta carrera solo asistimos Belén, Ricardo, Kiko, David, Arturo (futuro socio), Fran el Coriano (por fin!!!) y yo, eso sí, muy bien acompañados por Mariló y Vanessa que vinieron a echar la mañanita y a dar ánimos. En realidad tanto Juanra, que no pudo venir porque en ese momento estaba naciendo su primer sobrino, (felicidades mákina!) como Ana, con molestias en una pierna, estuvieron a punto de venir y de hecho el dorsal de Ana terminó finalmente corriendo. Al final fue Fran el que se travistió con un dorsal de chica, pero él estaba encantado, incluso nos pidió que le llamáramos Ana...
Cuando el coriano quiso llegar, tarde claro, y nos fuimos al guardarropa a dejar las mochilas ya eran las 09:20, o sea, que calentamos 5 minutos y nos metimos en la salida. Capitaneados por David, casi todos se metieron “a la fuerza” en las primeras filas bajo el arco, saltándose para ello la correspondiente valla, una práctica que hemos repetido en el club en las últimas carreras. Pero esta vez, al más machaca del mundo para meterse en primera fila, o sea Ricardo, le daba igual salir de mitad del pelotón porque, como yo, no tenía una estrategia definida ni ninguna ambición de marca para esta carrera. Igual que yo. Los dos nos hemos centrado en la velocidad durante toda la temporada hasta semana santa, pero con las fiestas hemos dejado de entrenar duro. Además también teníamos muy fresco el recuerdo del sufrimiento de la Media del domingo anterior, así que no veníamos con plan ni ganas de correr rápido. De modo que, saltándonos la valla también, nos pusimos en la mitad del pelotón, en un sitio más cómodo y con menos olor a sobaco.
A las 09:31 comienza el espectáculo: la salida en el parque es genial, el techo de árboles centenarios da una sombra y una atmósfera que solo es posible allí y como las avenidas son anchas, pues la gente va comentando, riendo, adelantando y agrupándose. Eso mismo hicimos Ricardo y yo, que salimos juntos y enseguida nos agrupamos con el Coria. Por delante, embalados David y Arturo y también Kiko y Belén, a los que adelantaríamos pronto. Durante los primeros kms ahí que íbamos los tres la mar de contentos, como hace un año, los tres socios fundadores… (qué alegría tenerte corriendo otra vez, Fran). Él decía que intentaría aguantar con nosotros lo máximo posible. Lleva muchos meses sin entrenar y aunque ya se encuentra bien, lo cierto es que casi ha empezado de cero. Y además le dolía la espalda, un dolor nuevo. Pero la verdad es que, de momento, seguía nuestro ritmo sin problemas. Le pusimos 04:40 al velocímetro y de momento, lo íbamos clavando: 04:46, 04:39 y 04:39 hicimos en los tres primeros kms.
David y Arturo debían estar por encima de este ritmo porque la verdad es que no los veíamos. Bueno, igual los encontramos más tarde, cuando le metamos más carbón a la locomotora. Pero tampoco nos importaba. Kiko y Belén debía ir bastante cerca uno del otro, por detrás. En Carlos V adelantamos y saludamos un par de veces a Carlos, de Deportemanía (un saludo si lees esto) y también nos saltamos el primer avituallamiento. Eso fue un error. Porque a esta altura, un poco antes de las 10 a.m. ya podían caer 25 gradazos. Y se notaba, vaya si se notaba. Fran iba molesto por la espalda y algo forzado por el ritmo, pero Ricardo y yo íbamos finos a esa velocidad y sin embargo se escuchaban unos resoplidos curiosos… era por el calor.
En el km4, ya en el Tamarguillo, apretamos un poco. Metimos un 04:34 y volvimos a plantearnos la estrategia. Como íbamos bien pero no sobrados, nos propusimos postponer el hachazo hasta el km 6 ó 7. “Hasta la salida del túnel de Su Eminencia” le dije al Richar, “ok” me dijo él. A estas alturas Fran empezaba a quedarse y en el km5 se despidió de nosotros hasta la meta.
Km5 en la calle Manuel Fal Conde, metemos un 04:40, otra vez. Yo creo que, sufriendo por el calor y la sed y sabiendo que en breve nos tocaba apretar, nuestras piernas decidieron bajar por nosotros esos 10 segunditos. No pasa nada, en el km6 volvimos a recuperarlos con uno de regalo, 04:29. Y ahí, aproximadamente en el cartel del 6, se terminaba el túnel de carretera Su Eminencia y se veía ya, de lejos, el Estadio del glorioso y desde ese día equipo de primera, Real Betis Balompié. O sea, que tocaba apretar los dientes según habíamos pactado antes.
En torno al km 6,5 estaba el último avituallamiento. Ricardo me propuso compartir botella pero le dije que no, estaba sediento y tenía calor, quería echarme todo el agua que no me bebiera. Y como castigo a mi avaricia y porque estoy gilipollas a veces en las carreras, me eché media botella sobre el brazalete del ipod. El brazalete no es hermético, por lo que el cacharro acabó empapado de la cabeza al dock. Dejó de contar la carrera pero no se me ha roto. A veces ocurren esos milagros.
Pasamos el cartel del km7 que está dentro de la eterna, recta, ancha y larga como ella sola, avenida de la Palmera. El ritmo de este último mil es 04:35, seguro que hemos bajado por culpa del avituallamiento. Pero ya no hay más excusas. No queda tiempo. Me pongo a tirar de nuestro grupito de dos, bajando hasta un 04:15 de promedio. Estuvimos adelantando corredores durante TODA la carrera, sin cebarnos, lentamente. Pero ahora nuestra velocidad era visiblemente superior a la del resto del pelotón y se adelantaba más y mejor. Cuando llevaba unos metros por delante le pregunté a mi compi, que me dijo que tirara a mi ritmo. Yo pensaba que estaba haciendo su táctica. El makinita siempre hace lo mismo: cuando la carrera se pone ya interesante, se queda detrás un rato, agazapado y luego te adelanta y te deja ya hasta la meta. Y no me equivoqué: de pronto me adelanta y sin decir nada empieza a escaparse. Él no se pone a tirar incrementando o manteniendo un ritmo alto, no, él hace un cambio de ritmo que te deja colgao o al que te puedes colgar a duras penas. Es una forma de correr. En el ciclismo hay miles de ejemplos. Yo casi nunca lo sigo, no me suelo cebar, es la verdad. No lo digo como excusa, ni como defecto, ni como virtud, simplemente es así. Y esta vez tampoco lo hice. Subí a 04:12 – 04:09 máximo (son datos del garmin, no me lo invento) y dejé que se alejara. Sin embargo en muy pocos metros estaba otra vez a su altura. Entonces mi colega Ricardo pronunció una frase que tiene reservada para estas ocasiones: “me he equivocado”. Eso significa que no podía apretar tanto hasta la meta, que su táctica del hachazo tenía que posponerla hasta unos metros más adelante o hasta otro día. Así que volvimos a rodar los dos juntos. Y yo, un poco para que no decayera mi carrera y otro poco para castigarlo (de buen rollo, eh maki?) volví a subir un poquito la cadencia.
En éstas estábamos cuando pasamos el cartel del km8. Hicimos este último mil a 04:22. Yo iba bien, sabía que llegaría a meta apretando los puños sin problemas. Señal de ello es el hecho de que con la mirada iba buscando a los compis que iban delante. Y más pronto que tarde lo ví, ahí estaba David, casi toda la carrera rodó por delante nuestra. Ricardo aún iba masticando su error cuando le dije que David estaba ahí. Lo vio y se le encendieron los ojos. “Vamos” me dijo. Eso era lo que le hacía falta para traerlo arriba. Yo sonreí y me puse a apretar y en menos de un minuto saludamos primero a Arturo y luego a David, que iba acusando el esfuerzo del carrerón que había hecho. La mirada que me echó no se me olvidará, jeje... Pero ni nosotros lo pasamos to picados ni a él creo que le molestara la cosa, durante la carrera estas cosas son así. Estos detalles son los que pueden hundirte o sacarte a flote en un segundo. Le dije a David que se pegara a nosotros, pero creo que no podía. Así que seguimos apretando y en tres zancadas más estábamos girando a la derecha para entrar en el parque. La verdad es que tampoco bajamos a un ritmo espectacular. Hicimos este km9 a 04:21.
A mí las rectas largas no me agobian, al revés. Yo en la Palmera iba pletórico, me lo estaba pasando bien y el ritmo no era para morirse, así que me estaba divirtiendo y el cuerpo respondía. Esos son los momentos en los que luego, al recordarlos, te preguntas qué cojones estabas haciendo antes de empezar a correr. Cuando entramos en el parque los dos, Ricardo y yo, lo estábamos pasando teta. Dentro, todo era sombra, hacía fresquito, los (pocos) espectadores animaban... Los cuatrocientos metros de la avenida Magallanes, los hicimos a ritmo de series de 1000. El makinita se separó un poco de mí porque su zancada es más poderosa que la mía, pero yo iba rápido, no me despegué de él hasta la meta. Allí, en la recta, todavía quedaba cera de las hermandades que pasan por el parque y nosotros le metimos también cera a la zapatilla para entrar a 03:20 min/km.
En la glorieta de Covadonga, donde ponen los avituallamientos, fisio y demás servicios para el corredor, me acerqué a Ricardo para felicitarlo por su/nuestra carrera y pillando agua y refrescos entraron Arturo, David, Fran (has hecho una buena carrera para llevar meses en blanco), Kiko y Belén. Todos chorreando de sudor y más de uno afectado por este calor del que ya no nos libramos en varios meses. Quizás alguno habrá notado también la falta de entrenamiento. Luego aún tuvimos un rato para liarla en el guardarropa y liarla en el Bar Citroen, donde nos tomamos el desayuno de los campeones...
En fin, una mañana estupenda de running, otra más. La verdad es que para divertirse, hay que venir al sur, a la Carrera del Distrito Sur. El año que viene, si todo va bien, aquí estaremos de nuevo.
Enhorabuena a todos y gracias en especial a Fran :)
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