lunes, 30 de mayo de 2011

Montequinto tiene cuestas

Por Luisma.

Ayer corrimos la XI Carrera Popular de Montequinto, que organiza la Peña los 40. Una de esas carreras conocidas de Sevilla, que ninguno de nosotros habíamos corrido. Así que casi todos conocimos calles que nunca habíamos pisado y sobre todo una cosita que ya no olvidaremos: Montequinto tiene unas cuantas de buenas cuestas. El nombre ya da una pista, la verdad, pero cuando entrenamos el Richar y yo el martes por ese barrio de Dos Hermanas (sí, somos muy fatigas), nos dimos cuenta que la carrera podía ser durita, por culpa de esas pendientes y el hecho de que ya estemos entrando en inFierno (esa estación propia que tenemos aquí y que sigue a la primavera).

Pero ¿quién dijo miedo? En los Últimos no hay cobardes y correr es de valientes, así que Kiko, David, Arturo, Salva, Juanma, Ricardo y yo madrugamos una mijita y a las 08:15 ya estábamos en la parada del metro dispuestos a divertirnos y a sufrir también, todo hay que decirlo. Especialmente dispuesto a sufrir venía Kiko, que se traía de casa unas rozaduras de cuatro dedos de anchas en el muslo y en el brazo. Después y durante la carrera vería las estrellas cuando se mezclaron con el sudor. Y es que el entrenamiento cruzado es lo que tiene, máquina... También nos acompañó el padre de David, que nos hizo esta vez la típica foto de grupo.

Tras usar mi coche de guardarropa y calentar la miajilla que nosotros calentamos, pistoletazo de salida y a correr. Ya en los primeros metros y a pesar de ser las 9 a.m se notaba el picorcillo del sol, hoy íbamos a sudar. Salí junto a Ricardo como hago últimamente, adelantamos al resto de miembros del club, pero en los primeros 500m dejé que se marchara él solo, no me iba a tomar muy en serio esta carrera y en la primera de las cuestas lo demostré. Era en el km 1,2 y no iba a dejar de picar hacia arriba hasta el km2. Lo ví clarísimo: "paso de apretar, bajo el ritmo subiendo y luego ya veremos cómo acabo, que los 3 últimos kms son de bajada". Había mantenido un ritmo de 04:20 hasta ahora, pero en la pendiente empecé a manejarme con ritmos de 04:50 y por encima de 05:00 min/km. Por eso Juanma llegó a mi altura con facilidad.

Yo creo que el hecho de haberse metido esta semana las series en solitario le vinieron bien, tanto a sus piernas como al coco, que es más importante todavía. Así que corrí con él varios kms dejando que él pusiera el ritmo. Un ritmo nada malo. Ricardo no se escapaba, se veía por delante todo el tiempo. Coronamos esa primera cuesta en el km2 con un parcial de 04:44. Del 2 al 3 bajábamos la avenida de Los Pinos, de nuevo en dirección autovía, por lo que aumentamos el ritmo a 04:23. Pero ahí volvían los toboganes, vuelta a subir por San José de Calasanz y la Avenida de Venecia. En esa subida Juanma empezó a despegarse de mí y yo me relajé premeditadamente. Eso tuvo una consecuencia directa: Arturo y David llegaron a mi altura.

Pensé que haríamos un grupeto de tres, pero no, Arturo siguió subiendo a un buen ritmo y yo me quedé junto a David. Pero esta carrera tenía el castigo de las subidas y, sobretodo en mi caso, el regalo de las bajadas. Así que al pasar por el cartel del km4 (parcial de 04:43) de nuevo bajábamos dirección autovía. Y como bajar se me da muuucho mejor que subir, me propuse recuperar todo lo perdido y así lo hice. Apreté los puños, tiré de técnica y en unos 400m estaba rebasando a Arturo y en 200m más, llegando a la altura de Juanma.

Corríamos por el km 4,5 aproximadamente, estábamos otra vez en paralelo a la autovía y, ahora sí, llegaba la subida gorda de esta etapa pirenaica del Tour. Habíamos subido y bajado la Marie-Blanque y el Aubisque... pero ahora empezaba la subida al Tourmalet. Nada más empezar la cuesta Juanma volvió a alejarse de mí. Y yo relajé el ritmo hasta que Arturo llegara a mi altura. Lo hizo pronto, más o menos en el cartel del km5 (parcial de 04:34) y entoncés decidí pegarme a él todo el tiempo que pudiera. En el avituallamiento iba concentrado y no cogí agua, pero Arturo hizo de buen compi y me la pasó. "No se lo eches al ipod" me dijo el cachondo, pero al momento algo debió de hacer él porque se puso a sonar música por el altavoz de su móvil (que lo usa como podómetro). Así que mira que bien, sufriendo pero acompañado de un compi y con musiquita de fondo. ¿Qué más se puede pedir?

Los que conozcan el Tour de Francia, sabrán que el Tourmalet es un puerto largo, de 23kms, con dos posibles finales (la Mongie y Tourmalet) y que se reserva lo más duro para el final. Pues a la escala correspondiente, esta subida de Montequinto es parecida. Del km 5 al 6 todo es subida y del 6 al 7 hay un par de toboganes para coronar en lo más alto del Parque de los Pinos en el km 7,2. Pues antes de llegar al cartel del km6 Arturo volvió a despegarse de mí y ya me quedé solo bastante tiempo. Hice este parcial del km6 a 05:00 y gracias... En el 6,5 se volvía a pasar por la Avenida de Europa y luego se giraba para coger la calle Cerro Gordo (el nombre lo dice todo). David debía venir cerca por detrás. Justo antes de la última cuesta y la más dura de todas (la que en el Tour se corresponde con el 15% tras La Mongie) un tipo en bicicleta nos gritaba que tuviéramos cuidadito con ella y que después de ella todo era bajar. Ahí empezaba mi estrategia de recuperación. Así que ahora había que sufrir.

Una vez arriba, último avituallamiento y a apretar los puños se ha dicho. Hice el parcial del km7 a 04:52 y a partir de ahora había que pulverizar estos tiempos. Bebí un buchito y me lancé cuesta abajo a por Arturo, que estaba cerca. Km8 a 04:16. Al terminar el parque iba lanzado, pero en vez de girar a la derecha por la avenida de Montequinto en bajada, la carrera giraba a la isquierda para subirla unos metros más y luego bajarla por completo casi hasta meta. Eso me rompió los esquemas, porque en mi cabeza ya no había programada ninguna subida más. Pero al menos no eran muchos metros. Giré y Arturo seguía cerca. Me fui fijando en los corredores que ya bajaban la avenida al otro lado de la mediana y el Richar pasó bastante cerca de nosotros. Bueno... "nadie se ha salido en esta carrera" pensé, así que me puse a sufrir para llegar a la rotonda donde se cambiaba de sentido y ya cuesta abajo me coloqué a Arturo y a Juanma en la mirilla.

En la larga avenida cuesta abajo, Arturo demostró que terminaba bien. Yo me estaba acercando a él muy lentamente y él adelantó a Juanma que sí que acusó el carrerón que había hecho hasta ahora. Bueno, pues ahora a por Juanma primero. Apreté un poco más, alargué la zancada al máximo y antes del km9 estaba a la altura de Juanma. Él iba a un ritmo claramente más lento que el mío, por lo que pensé que lo pasaría rápido y me iría a por Arturo. Pero al verme se propuso manterse a mi altura y vaya si lo consiguió. Yo apreté y vi que no se despegaba, así que pensé que igual llegábamos juntos a meta y allí que fuera lo que Dios quisiera. Pasamos una rotonda, que casi me como y llegamos a la altura de la estación del metro. Allí estaba el km9 (parcial de 04:05 pero en ese momento iríamos a 03:45 o así). En esa rectita relajé un poco el ritmo porque Juanma se resistía como un jabato. Doblamos la esquina, la penúltima de la carrera y entonces puse ya la marcha de recta de llegada. Ahora sí, me separé definitivamente de Juanma. Apreté los puños un poco más y ahí estaba, curva a la derecha y meta al fondo.

Ya era tarde para intentar dar caza a Arturo, que había hecho un final de carrera muy bueno. Pero bueno, tiré de técnica un poquito más y en unos cuantos zancadones estaba entrando detrás de él por la puerta del colegio. Buenísima la carrera de Arturo y la de Juanma. Fuísteis acicate y motivadores de mi ritmo durante todo el recorrido. La cosa hubiera estado mucho más aburrida sin vosotros o con vosotros por detrás. Así que me alegro un montón, como no podía ser de otra forma, de vuestros progresos.

Los tiempos no importan mucho. Nadie se salió con estas condiciones, claro. El Richar hizo 43:30, un minuto y medio después entramos Arturo y yo, seguidos muy de cerca por Juanma y también muy cerca David. Unos minutos después entró Salva y por fin Kiko, que sufrió de lo lindo gracias a sus rozaduras múltiples (qué colores más raros tenían cuando terminaste la carrera tío, eso supuró hasta bilis... cúratelas bien, ok?).

Pues hasta aquí las carreras diurnas de la temporada. A partir de ahora solo nos queda disfrutar con unas cuantas nocturnas antes del parón estival. Yo sé que en las nocturnas sufriremos igual, porque aquí pa ir de paseo se va uno a Chipiona, no?. De hecho algún makinita ya se ha propuesto coger trofeo en la Nocturna de Carmona... Pero bueno, me refiero que tras Montequinto llega el momento de las nocturnas, las cervecitas post-carrrera y la cena fin de temporada. Ya está aquí el verano. Ole.

Clasificación XI Carrera Popular de Montequinto

lunes, 16 de mayo de 2011

Hay que venir al Sur...

Por Luisma.

Ayer corríamos la Popular Distrito Sur, la del Parque, la última de las carreras del circuito del IMD, quizás la más bonita de todas por el entorno de la salida y meta. Ya sea por las lesiones, las ferias o porque estamos ya con la cabeza en fin de temporada, a esta carrera solo asistimos Belén, Ricardo, Kiko, David, Arturo (futuro socio), Fran el Coriano (por fin!!!) y yo, eso sí, muy bien acompañados por Mariló y Vanessa que vinieron a echar la mañanita y a dar ánimos. En realidad tanto Juanra, que no pudo venir porque en ese momento estaba naciendo su primer sobrino, (felicidades mákina!) como Ana, con molestias en una pierna, estuvieron a punto de venir y de hecho el dorsal de Ana terminó finalmente corriendo. Al final fue Fran el que se travistió con un dorsal de chica, pero él estaba encantado, incluso nos pidió que le llamáramos Ana...

Cuando el coriano quiso llegar, tarde claro, y nos fuimos al guardarropa a dejar las mochilas ya eran las 09:20, o sea, que calentamos 5 minutos y nos metimos en la salida. Capitaneados por David, casi todos se metieron “a la fuerza” en las primeras filas bajo el arco, saltándose para ello la correspondiente valla, una práctica que hemos repetido en el club en las últimas carreras. Pero esta vez, al más machaca del mundo para meterse en primera fila, o sea Ricardo, le daba igual salir de mitad del pelotón porque, como yo, no tenía una estrategia definida ni ninguna ambición de marca para esta carrera. Igual que yo. Los dos nos hemos centrado en la velocidad durante toda la temporada hasta semana santa, pero con las fiestas hemos dejado de entrenar duro. Además también teníamos muy fresco el recuerdo del sufrimiento de la Media del domingo anterior, así que no veníamos con plan ni ganas de correr rápido. De modo que, saltándonos la valla también, nos pusimos en la mitad del pelotón, en un sitio más cómodo y con menos olor a sobaco.

A las 09:31 comienza el espectáculo: la salida en el parque es genial, el techo de árboles centenarios da una sombra y una atmósfera que solo es posible allí y como las avenidas son anchas, pues la gente va comentando, riendo, adelantando y agrupándose. Eso mismo hicimos Ricardo y yo, que salimos juntos y enseguida nos agrupamos con el Coria. Por delante, embalados David y Arturo y también Kiko y Belén, a los que adelantaríamos pronto. Durante los primeros kms ahí que íbamos los tres la mar de contentos, como hace un año, los tres socios fundadores… (qué alegría tenerte corriendo otra vez, Fran). Él decía que intentaría aguantar con nosotros lo máximo posible. Lleva muchos meses sin entrenar y aunque ya se encuentra bien, lo cierto es que casi ha empezado de cero. Y además le dolía la espalda, un dolor nuevo. Pero la verdad es que, de momento, seguía nuestro ritmo sin problemas. Le pusimos 04:40 al velocímetro y de momento, lo íbamos clavando: 04:46, 04:39 y 04:39 hicimos en los tres primeros kms.

David y Arturo debían estar por encima de este ritmo porque la verdad es que no los veíamos. Bueno, igual los encontramos más tarde, cuando le metamos más carbón a la locomotora. Pero tampoco nos importaba. Kiko y Belén debía ir bastante cerca uno del otro, por detrás. En Carlos V adelantamos y saludamos un par de veces a Carlos, de Deportemanía (un saludo si lees esto) y también nos saltamos el primer avituallamiento. Eso fue un error. Porque a esta altura, un poco antes de las 10 a.m. ya podían caer 25 gradazos. Y se notaba, vaya si se notaba. Fran iba molesto por la espalda y algo forzado por el ritmo, pero Ricardo y yo íbamos finos a esa velocidad y sin embargo se escuchaban unos resoplidos curiosos… era por el calor.

En el km4, ya en el Tamarguillo, apretamos un poco. Metimos un 04:34 y volvimos a plantearnos la estrategia. Como íbamos bien pero no sobrados, nos propusimos postponer el hachazo hasta el km 6 ó 7. “Hasta la salida del túnel de Su Eminencia” le dije al Richar, “ok” me dijo él. A estas alturas Fran empezaba a quedarse y en el km5 se despidió de nosotros hasta la meta.

Km5 en la calle Manuel Fal Conde, metemos un 04:40, otra vez. Yo creo que, sufriendo por el calor y la sed y sabiendo que en breve nos tocaba apretar, nuestras piernas decidieron bajar por nosotros esos 10 segunditos. No pasa nada, en el km6 volvimos a recuperarlos con uno de regalo, 04:29. Y ahí, aproximadamente en el cartel del 6, se terminaba el túnel de carretera Su Eminencia y se veía ya, de lejos, el Estadio del glorioso y desde ese día equipo de primera, Real Betis Balompié. O sea, que tocaba apretar los dientes según habíamos pactado antes.

En torno al km 6,5 estaba el último avituallamiento. Ricardo me propuso compartir botella pero le dije que no, estaba sediento y tenía calor, quería echarme todo el agua que no me bebiera. Y como castigo a mi avaricia y porque estoy gilipollas a veces en las carreras, me eché media botella sobre el brazalete del ipod. El brazalete no es hermético, por lo que el cacharro acabó empapado de la cabeza al dock. Dejó de contar la carrera pero no se me ha roto. A veces ocurren esos milagros.

Pasamos el cartel del km7 que está dentro de la eterna, recta, ancha y larga como ella sola, avenida de la Palmera. El ritmo de este último mil es 04:35, seguro que hemos bajado por culpa del avituallamiento. Pero ya no hay más excusas. No queda tiempo. Me pongo a tirar de nuestro grupito de dos, bajando hasta un 04:15 de promedio. Estuvimos adelantando corredores durante TODA la carrera, sin cebarnos, lentamente. Pero ahora nuestra velocidad era visiblemente superior a la del resto del pelotón y se adelantaba más y mejor. Cuando llevaba unos metros por delante le pregunté a mi compi, que me dijo que tirara a mi ritmo. Yo pensaba que estaba haciendo su táctica. El makinita siempre hace lo mismo: cuando la carrera se pone ya interesante, se queda detrás un rato, agazapado y luego te adelanta y te deja ya hasta la meta. Y no me equivoqué: de pronto me adelanta y sin decir nada empieza a escaparse. Él no se pone a tirar incrementando o manteniendo un ritmo alto, no, él hace un cambio de ritmo que te deja colgao o al que te puedes colgar a duras penas. Es una forma de correr. En el ciclismo hay miles de ejemplos. Yo casi nunca lo sigo, no me suelo cebar, es la verdad. No lo digo como excusa, ni como defecto, ni como virtud, simplemente es así. Y esta vez tampoco lo hice. Subí a 04:12 – 04:09 máximo (son datos del garmin, no me lo invento) y dejé que se alejara. Sin embargo en muy pocos metros estaba otra vez a su altura. Entonces mi colega Ricardo pronunció una frase que tiene reservada para estas ocasiones: “me he equivocado”. Eso significa que no podía apretar tanto hasta la meta, que su táctica del hachazo tenía que posponerla hasta unos metros más adelante o hasta otro día. Así que volvimos a rodar los dos juntos. Y yo, un poco para que no decayera mi carrera y otro poco para castigarlo (de buen rollo, eh maki?) volví a subir un poquito la cadencia.

En éstas estábamos cuando pasamos el cartel del km8. Hicimos este último mil a 04:22. Yo iba bien, sabía que llegaría a meta apretando los puños sin problemas. Señal de ello es el hecho de que con la mirada iba buscando a los compis que iban delante. Y más pronto que tarde lo ví, ahí estaba David, casi toda la carrera rodó por delante nuestra. Ricardo aún iba masticando su error cuando le dije que David estaba ahí. Lo vio y se le encendieron los ojos. “Vamos” me dijo. Eso era lo que le hacía falta para traerlo arriba. Yo sonreí y me puse a apretar y en menos de un minuto saludamos primero a Arturo y luego a David, que iba acusando el esfuerzo del carrerón que había hecho. La mirada que me echó no se me olvidará, jeje... Pero ni nosotros lo pasamos to picados ni a él creo que le molestara la cosa, durante la carrera estas cosas son así. Estos detalles son los que pueden hundirte o sacarte a flote en un segundo. Le dije a David que se pegara a nosotros, pero creo que no podía. Así que seguimos apretando y en tres zancadas más estábamos girando a la derecha para entrar en el parque. La verdad es que tampoco bajamos a un ritmo espectacular. Hicimos este km9 a 04:21.

A mí las rectas largas no me agobian, al revés. Yo en la Palmera iba pletórico, me lo estaba pasando bien y el ritmo no era para morirse, así que me estaba divirtiendo y el cuerpo respondía. Esos son los momentos en los que luego, al recordarlos, te preguntas qué cojones estabas haciendo antes de empezar a correr. Cuando entramos en el parque los dos, Ricardo y yo, lo estábamos pasando teta. Dentro, todo era sombra, hacía fresquito, los (pocos) espectadores animaban... Los cuatrocientos metros de la avenida Magallanes, los hicimos a ritmo de series de 1000. El makinita se separó un poco de mí porque su zancada es más poderosa que la mía, pero yo iba rápido, no me despegué de él hasta la meta. Allí, en la recta, todavía quedaba cera de las hermandades que pasan por el parque y nosotros le metimos también cera a la zapatilla para entrar a 03:20 min/km.

En la glorieta de Covadonga, donde ponen los avituallamientos, fisio y demás servicios para el corredor, me acerqué a Ricardo para felicitarlo por su/nuestra carrera y pillando agua y refrescos entraron Arturo, David, Fran (has hecho una buena carrera para llevar meses en blanco), Kiko y Belén. Todos chorreando de sudor y más de uno afectado por este calor del que ya no nos libramos en varios meses. Quizás alguno habrá notado también la falta de entrenamiento. Luego aún tuvimos un rato para liarla en el guardarropa y liarla en el Bar Citroen, donde nos tomamos el desayuno de los campeones...

En fin, una mañana estupenda de running, otra más. La verdad es que para divertirse, hay que venir al sur, a la Carrera del Distrito Sur. El año que viene, si todo va bien, aquí estaremos de nuevo.

Clasificación Carrera Popular Distrito Sur 2011

domingo, 8 de mayo de 2011

Domingo de Sufrimiento

Por Luisma.

A este último día de la Feria de Abril le llaman Domingo de Farolillos (aunque también he leído por ahí que es el domingo anterior... bueno qué más da), la cosa es que nosotros en el club vamos a tener que ponerle un nombre propio. Un nombre que alude a nuestro constante masoquismo en esto del running. Queda bautizado como Domingo de Sufrimiento, o de Sufridores, o de Masoquistas...

Esta tradición arrancó el año pasado, donde, a pesar de no entrenar en toda la semana y someter al cuerpo al divino castigo de la feria, dos de los tres únicos socios que había entonces, Ricardo y Fran, corrieron y sufrieron la Popular Blas Infante de Coria. !Y cómo sufrieron en ese primer día de calor del bueno! Vaya carita que traían los dos en su entrada a meta. Yo estaba allí, viéndolos desde la barrera, porque me empeñé en no correr ese día y no corrí, es la única carrera que ha asistido alguien del club que me he perdido.

Pues hoy hemos vuelto a ser dos los masoquistas, los sufridores, los valientes que nos hemos ido a Isla Mayor (eso qué es???) a correr, nada más y nada menos que una Media Maratón. Solo con escribirlo ya me entra la risa floja. La distancia en sí no nos mete miedo, el Richar y yo nos hemos hecho un puñado de medias, esa no es la novedad. Lo guapo es que él lleva un mes sin entrenar, yo en ese tiempo he entrenado poco y mal, llevamos más de tres meses sin correr más de 18km y por supuesto, ya lo sabéis, haciendo carreras de 10.000 y metiéndole caña a la velocidad y casi nada al fondo. Si a todo ello le sumas el calor que ha hecho hoy y que estamos en domingo de farolillos y ambos nos hemos castigado el hígado y otras partes del cuerpo durante esta feria... pues ahí tienes el resultado de la ecuación: dolor, muerte y sufrimiento (sin exagerar, eh).

Yo llegaba tarde a la cita en Coria debido a un problemilla que tengo en un dedo del pie, que parece sacado de una película gore: 3 ampollas una encima de la otra, bueno, con la de hoy 4. Cuando nos asomamos por la salida de la carrera a eso de las 10:30 comprobamos que, efectivamente, solo había 100 dorsales. Si a eso le restas los 10-12 que no habrán asistido, pues ahí tenéis la pachanga de 80-90 runners que nos íbamos a meter los 21kms entre pecho y espalda hoy. Nosotros solo hacíamos mirar a la peña, a ver si había más "maquinitas" o más "papas fritas". De las dos cosas había, nos quedamos más tranquilos. Nos pusimos a calentar un poquito (nada, 5 min nos os creáis). Terminé ya con sensaciones reguleras y al llegar al coche a cambiarnos le ofrecí al Richar meternos pa dentro, arrancar y pirarnos a por un desayuno de 2 horas en algún lugar civilizado. "Nadie se tiene que enterar" le dije. Por la cara que me puso, pensó que no era mala opción. Pero no hombre, habíamos llegado hasta este país de arrozales y mosquitos para algo, para demostrar la clase de runners que somos los Últimos... y lo íbamos a demostrar.

En la línea de salida, un tanto "artesanal" por cierto, alguien del club que organizaba la carrera nos hizo una foto de grupo a todos los corredores. Una foto de grupo! Cabíamos todos en una foto! Jeje, allí estábamos posando, en dos o tres filas, no más. A ver si encuentro esa imagen y la pongo aquí. En esta edición de la carrera se estrenaban los corredores a pie. Hasta este año era una media reservada a atletas en silla de ruedas y handbikes. Estos dos grupos salieron dos minutos antes y después salimos los runnes de a pie. Bang! Empezaba el jaleo (qué bonito momento).

El día antes de la carrera Ricardo y yo fantaseamos con hacer hoy mejor marca personal en media. ¡Cuánta tontería se puede hablar por el whatsapp! Ya sobre el terreno, conscientes de la incógnita de nuestro estado de forma, pactamos salir a un ritmo lento, entre 04:50 y 05:00. Ya veríamos cómo rodábamos a esa velocidad y según sensaciones, ya tiraríamos más adelante. La carrera no salió muy loca, la verdad y enseguida nos encontramos con un grupo de tres corredores del Atletismo Coria que decían que irían a 04:40. Ricardo me dijo "éste es el grupo", a mí me pareció bien e incluso se lo dije a ellos. Pero Ricardo enseguida desistió, la carrera era muy larga, todavía no era plan de meternos en estrategias y ritmos... Y tenía razón, hicimos bien en descolgarnos de ellos en el km2. Exceptuando el típico dolorcillo de cuádriceps que no han entrado en calor, teníamos buenas sensaciones. Hicimos los primeros tres kms entre 04:32 y 04:50. Eso debía de ser señal de que íbamos bien. A ese ritmo quizás era verdad que hoy pillábamos MMP (mejor marca personal) de alguno de los dos... o de los dos. Vaya triunfo!

Entre los kms 3 y 6, en algún momento imposible de recordar en esta lineal y monótona carrera, llegaron por detrás dos hermanos, más jóvenes que nosotros, no sé si con intención de adelantarnos o hacer grupeto. En las rectas interminables del corredor verde (precioso paisaje de marismas) siempre había viento, a veces de cara, lateral, de espaldas... Entonces nosotros nos pusimos un km o menos a la espalda de los dos hermanos, para que nos taparan, pero enseguida comenzamos a cooperar y a charlar con ellos. Gracias (o por culpa!) de esta compañía seguimos manteniendo nuestro cachondo ritmito y nuestro correr alegre. De 04:44 a 04:50 hasta el km 10, de ahí no bajábamos. En esos momentos felices, volvimos a comentar un par de veces eso de que igual hacíamos MMP.

Ese fue nuestro gran error. Todo esos condicionantes negativos que traíamos a esta carrera tenían que dar la cara en algún momento. Máxime al tratarse de una Media. Esto no es igual que una carrera corta, si hay algún punto de tu forma que flaquee, algo de la ropa que te moleste o alguna otra cosa que pueda ser un problema, en 21km va a dar la cara seguro.

En el km 10,5 estaba el tercer avituallamiento y la carrera volvía por sus mismos pasos, por la misma larga, recta y desesperante carretera. Además al darnos la vuelta el viento de cara dejaba de soplar y, simplemente, dejamos de oir y sentir el viento. Esto que en principio parece positivo, a las doce de la mañana y con 25 graditos o más a pleno solazo, se tornó en un problema, al menos para mí. De pronto empecé a notar un calor insoportable. De momento nuestro ritmo no bajaba. Hicimos 04:53 en el km11 y 04:44 en el km12 y 13. Aquí tuve una primera desconcentración que me hizo separarme del grupeto de cuatro que llevábamos. El mayor de los hermanos se descolgó conmigo. Y cuando tenía ya al Richar y al otro tipo a 40-50 metros metí un acelerón para volver junto a ellos. "Qué fácil, ¿no?" me dijo el makinita, pero qué va, nada de eso, con ese arreón se me encendió la luz de la reserva. A partir de aquí todo fue cuesta abajo.

En el siguiente avituallamiento me eché todo el agua por el cuerpo. Me moría de calor. También bebí bastante, lo necesitaba. Corría el km14 y ya sí que sí, dejé que Ricardo y el pequeño de los hermanos se fueran definitivamente. Un km más tarde me descolgué también del otro de los hermanos. Y es que estaba empezando el infierno y la cabeza, que siempre juega un papel importante para bien o para mal, me decía que esto era solo el principio. Este primer km infernal caí hasta 05:03.

En la primera mitad de la carerra pensé que ojalá no rozara los 5' de ritmo, pero ya veis que sí, y tanto. De hecho ya no bajaría a 4' y algo hasta la meta. De vez en cuando me mentalizaba, "venga, km14 eso son dos tercios de carrera hechos"... pero con lo fundido que iba y lo rápido que había caído en este pozo, los 7km restantes parecían un mundo. De lejos veía todo el rato a Ricardo y a los dos hermanos, que se unieron pronto. E incluso adelanté a un par de corredores que iban fundidísimos, peor que yo (si es que eso era posible). Las rectas eternas de la marismas y el solazo me estaban machacando, pero yo todo el rato me repetía que tenía que acabarla como fuera. Lo malo es que después de pensar eso, pensaba en mil maneras de abandonar: me siento y espero a la ambulancia, paro a una de las motos de la Guardia Civil que estaban todo el rato para arriba y para abajo, en el próximo avituallamiento me paro que hay una sombrilla... En estos momentos terribles no le ves ni puta gracia a esto que estás viviendo, pero luego al terminar y ahora al recordarlo, me gusta haber sufrido así, es una lección de running de las buenas. Y estamos tan locos que ahora pienso incluso, que me gusta sufrir así...

En el km15 mi ritmo era de 05:02, todavía no era muy malo, pero me dio rabia volver a ver ese 5' en el Garmin. Qué iluso. En el km16 me cayó un 05:10 y el km17 05:13... Último avituallamiento. Bebo media botella y me echo la otra media sobre el cuerpo. La camiseta y las mallas están empapadas. Corre algo de viento que me refresca. La carretera hace una curva y ya 3,5 kms de recta hasta el pueblo, que se ve al fondo. Ricardo se ha separado ya mucho de mí, unos 400m, pero desde hace tiempo no veo que se aleje más. Debe estar sufriendo de lo lindo también. Ahora ya siento que la reserva se ha agotado, no me queda gasolina. Y cuando a un coche no le queda gasolina, se para. Pero un runner aún tiene un corazón y un orgullo (y una gilipollez) que le hace correr por inercia. Cuando se corre por inercia se pierde todo: la técnica, la velocidad, ¿la dignidad? y hasta la noción del tiempo y la distancia. En el km18 empecé a correr por inercia, sin pensar en correr, solo poniendo un pie delante del otro. Lógicamente el ritmo tenía que ser nefasto, un 05:24 que realmente no reflejaba lo mal que iba. En el km19 intenté meterle psicología al asunto. Me adelantaron tres veteranos del Palaciego en intenté pegarme a ellos lo que pude, apenas 400m. Con una cosa y otra subí ligeramente a 05:18.

El calor era insoportable y por mucho que pasaran los metros y los minutos el pueblo seguía ahí, lejísimos, parecía un espejismo. Todos los corredores iban sufriendo de lo lindo. Uno de los tres corredores del Palaciego que acababan de adelantarme se puso a caminar tambaleante. No podía poner un pie delante del otro. Llegué enseguida a su altura y le pregunté si estaba bien. Me dijo que sí, que él no corría más y que tirara. Si sus compis se habían ido no me iba a quedar yo... Como pude llegué al km20, venga apenas un km más... Imposible aumentar ritmo. Hice este penúltimo mil a 05:28.

Tras pasar junto a una finca, se abría ante nosotros la primera calle del pueblo. A la ida me pareció que enseguida salíamos al campo, pero ahora esta calle era eterna! Había que llegar a una única curva a la derecha y 100m más adelante ya estaba la meta. De fondo y quizás ¡cada vez más cerca! seguían corriendo juntos los dos hermanos y aún podía ver a Ricardo más lejos. No se habían separado definitivamente de mí, eso es que también iban fatal. No me consolaba, pero bueno, al menos me sentía acompañado en el infierno. Cuando miro el garmin veo que la distancia real ya es de 21km, ¡coño, al final la carrera tiene un poco más de media maratón! Pues eso es lo que me hacía falta mí, ¡300m de regalo! 05:29 en este último mil y aún gracias que no he llegado a cinco y medio en ningún momento.

Curva a la izquierda y uno de los momentos más bonitos de la carrera: la meta. ¡Por fin! Además del gustazo de que se acabe el infierno, estuvo bien el grupito de gente del pueblo que se agolpó en meta y no dejaba de aplaudir. Con ellos estaban los miembros del club BTT Isla Mayor, que fueron voluntarios en bici a lo largo de toda la carrera. Y como había muy pocos corredores y yo entré totalmente solo, los aplausos eran solo para mí... Unos ánimos que se agradecen y emocionan. 1h 46:28, el tiempo es lo de menos, desde luego. Es uno de mis peores tiempos en media maratón, pero no el peor. Nuestro error fue hacer una primera parte de carrera como si estuviéramos en plena forma. La próxima media que me tome en serio haré la primera mitad igual que ésta para mantenerlo o incluso apretar al final. Entonces ya hablaremos de MMP.

Dejé de correr de golpe, no podía más. Cogí una botella de agua y me fui hasta el interior del pabellón buscando una sombra como fuera. Allí, nada más entrar, sentado en una escalera, me esperaba Ricardo sonriendo, con una de esas miradas cómplices que dicen tanto sin necesidad de palabras. Me tiré al suelo y nos reímos un rato antes de contarnos los pormenores de la batalla. Nos reíamos de nosotros mismos, nos reíamos del rato de sufrimiento agudo que habíamos pasado y nos reíamos del masoquismo que nos había traído hasta aquí. Pero nos reíamos del mundo también. El sufrimiento es una enseñanza más. Y paradójicamente el sufrimiento es placer también, es placer... cuando termina. Por eso en ese momento éramos dos tíos felices.
Al final va a ser verdad: sufrir mola...